Familias democráticas

Está claro que la última decisión debe corresponder a los padres, pero considerar las opiniones de los hijos contribuye a crear un buen clima Familiar.

Nadie querrá afirmar en serio que una dictadura es preferible a un sistema democrático. Sin embargo, dentro de la Familia se conservan estructuras de poder que distan mucho de ser democráticas.

Naturalmente, los padres de hoy son dictadores bondadosos, que explican y tratan de convencer. Pero la última palabra, desde luego, la tienen ellos.

Por supuesto que hay muchas cuestiones que no podemos negociar con los hijos porque, si por ellos fuera, tal vez no encontrarían el momento apropiado para irse a la cama ni el mejor día para comer la comida.

Un diálogo fluido
Pero tanto en la política como en la Familia la democracia tiene sus límites. Por ejemplo, en asuntos de libertad personal.

Al igual que el hijo no pide permiso a la hora de elegir a sus amigos, los padres no pueden exponer al criterio de los hijos asuntos de su incumbencia exclusiva, como una separación o una mudanza.

Pero, en ambos casos, todos tienen derecho a ser informados. Los secretos Familiares son nefastos para los niños. Aunque no puedan cambiar nada, al menos sentirán que se los tiene en cuenta.

En una Familia democrática nadie debería sentirse perdedor. Dedicar horas a discutir problemas Familiares con los hijos puede asustar a algunos padres porque, en principio, mandar es más rápido que dialogar, pero sólo a corto plazo: los padres que optan por dar órdenes pierden mucho tiempo, y nervios, en repetir, recordar, retar y controlar.

Además, no todos los problemas requieren una reunión Familiar; también podemos dejar que los hermanos acuerden soluciones para sus propios conflictos.