Olvida el pasado y comienza a mejorar la Autoestima



El pasado es una fuente de recuerdos de todo tipo para los seres humanos. Pueden ser positivos, de alegría y de momentos muy buenos, pero también pueden ser negativos, de tristeza, depresión o algún trauma psicológico que se pueda haber vivido hace algunos años atrás. La gran mayoría de las personas no tienen buenos recuerdos del pasado o de su infancia, de hecho, hay muchos que tienen uno o varios recuerdos muy negativos que han afectado mucho su autoestima y su vida en general.

Cuando tenemos alguna experiencia negativa, en especial si es cuando somos niños, es muy común que se nos quede muy “grabada” en la mente y la estemos recordando por muchos, muchos años (incluso por el resto de nuestras vidas).
Todo esto afecta mucho nuestra autoestima y no nos deja vivir una mejor calidad de vida. Nos podemos hacer disfuncionales en muchas formas, cometer errores o tener muchos miedos o traumas debido a este tipo de experiencias tan complicadas.

Lo mejor que podemos hacer si hemos vivido alguna experiencia difícil o tenemos recuerdos del pasado que nos afectan en el presente es tratar de DEJARLO IR, sacarlo por completo y olvidarlo. De nada sirve estar todas nuestras vidas viviendo alrededor de ese recuerdo. El pasado, como su nombre lo dice, es pasado y por más que quisieramos, es imposible cambiarlo.

Claro que es muy complicado olvidar todas estas experiencias negativas que han estado grabadas en nuestra mente por muchos años, es más, olvidarlas al 100% es prácticamente imposible. Lo que sí es posible es dejar de darle tanta importancia y eliminar tanta carga emocional de esas experiencias.
La carga emocional es qué tanta frustración, enojo, felicidad, amor, nostalgia o cualquier otro sentimiento causa algún recuerdo del pasado.
Si por ejemplo a Joaquín lo dejo su novia después de 2 años de relación, es normal que al principio ese recuerdo tenga mucha carga emocional y se sienta mal. Pero lo que no es normal es que 3 o 4 años después siga deprimido y con ese recuerdo afectándole demasiado.

Hay que aprender a liberarse de tanta carga emocional que pueden tener nuestros recuerdos negativos, seguir adelante y ver hacia un mejor futuro.
Quedarnos “estancados” en memorias del pasado no solo afecta nuestra autoestima, también nos impide lograr nuestros objetivos y metas que podríamos tener para el futuro.

Identifica cuales recuerdos son los que más carga emocional negativa tienen y decide de una vez por todas a liberarte, olvidar poco a poco y dejar de darles tanta importancia. De nada sirve estar con rencor, arrepentimiento, culpa o tristeza por algo que ya pasó, solo estamos afectando mucho nuestra vida y nuestra autoestima.

Una frase muy cierta sobre este tema dice:
“Si te la pasas pensando en algún problema que ya tuviste hace tiempo es porque en el fondo quieres volverlo a tenerlo o vivirlo”

Perdónate a ti mismo(a)
Una muy buena forma de dejar atrás el pasado es perdonar. Ya sea a alguna persona o mucho más importante: a ti mismo(a). Muchas veces vivimos con mucha culpa por cosas que nos han pasado y no sabemos perdonarnos a nosotros mismos.
Piensa en alguna experiencia complicada o si sientes culpa por algo que te ha sucedido y decídete a perdonarte. Todos cometemos errores, es parte de ser humanos. Vivir con culpa no es nada bueno para nuestro bienestar y nuestra autoestima.


Corta las amarras del pasado

¿Crees que estás atado a situaciones del pasado? En este artículo te propongo algunas estrategias para cortar con estas “ataduras” y comiences a crear tu futuro a partir de tu presente y no de tu pasado.
¿Sientes miedo de repetir determinadas situaciones que has vivido en el pasado?
¿Sientes que te encierras en ti mismo y no puedes ver las nuevas oportunidades que se te presentan?

Tienes que saber que tú tienes el poder de crear nuevas interpretaciones sobre aquellos momentos que tal vez hoy quieres olvidar. Estas nuevas interpretaciones sobre lo que ya pasó te permitirán observar de qué manera esa historia que te estás contando a ti mismo sobre lo ocurrido, está afectando hoy tu realidad.

Es importante que puedas darle un CIERRE EMOCIONAL a esas vivencias pasadas conformadas por problemas y temores que hoy sólo “viven” en tu mente para que de esa forma, no debiliten los cimientos del futuro que estas tratando de crear para tu vida.
¿Por qué el pasado puede actuar como una “jaula” que te impide avanzar?

Porque cada vez que vislumbres un nuevo camino, estarás restringido por ese diálogo interno creado por los temores engendrados a partir de la interpretación que hoy hagas de tu pasado. Esto te “hará ver” las cosas desde una posición de víctima y de sufrimiento y sabemos que, desde esta posición, no podemos crear ni cambiar para mejor.
Tienes que entender que todo hecho de tu vida forma parte de la persona que eres hoy, por lo tanto, resulta clave que aprendas cómo extraer lo valioso de cada una de tus experiencias, descartando aquello que es “peso muerto”, tomando los conocimientos adquiridos, las lecciones aprendidas, pero deshaciéndote de los miedos creados por aquella situación.

Es por ello que quiero sugerirte ahora algunas acciones que puedes tomar para “cortar esas amarras de tu pasado”, presta atención:

Analiza tu pasado para saber cuáles son los momentos que te han causado dolor o sufrimiento.
Es hora de hacer un viaje por la memoria, puedes escribirlo en forma de una historia. Ten en cuenta que este viaje puede despertar emociones muy fuertes en ti. No debes combatir contra ellas, si no dejarlas fluir para poder sanar.

Diferencia entre hecho e interpretación.
Una vez que hayas escrito tu historia de las cosas que te han marcado negativamente, trabaja en realizar un análisis minucioso separándolo en dos partes:

Por un lado enfócate en el hecho del suceso, un análisis que deja de lado las emociones y se remite simplemente al suceso.
Por otro lado escribe tu interpretación de este hecho, es allí donde entran las emociones, donde encuentras un marco de valores y creencias. Es en esta diferencia entre hecho e interpretación donde podrás darte cuenta el poder que tiene el lenguaje y cómo lo puedes usar para cambiar la visión que tienes sobre tu pasado.

Escápate del círculo vicioso de tu pasado para evitar que influya negativamente en tu presente.
Una vez que hayas podido hacer esta separación hecho-interpretación, re-escribe tu historia. Esta vez, en lugar de tomar el papel de víctima de la situación, escribe la historia desde el punto de vista del protagonista que eres.
Piensa en qué cosas podrías haber hecho diferente, piensa en por qué y para qué pasaste por esos momentos y que es lo que tendrías que hacer y que no estas haciendo. De esta manera podrás ver nuevas oportunidades a las que antes te habías cegado.

Una vez que sigas estos pasos y empieces a ponerte a ti mismo como el personaje principal de tu historia, en lugar de sentirte solo una víctima más del destino, verás que los miedos del pasado empezarán a perder ese influjo negativo que tienen sobre ti y el camino hacia el futuro que deseas se despejará.

Un fábula como reflexión final:

Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como buscador. Un buscador es alguien que busca. No necesariamente es alguien que encuentra. Tampoco es alguien que sabe lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.

Un día nuestro Buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó Kammir a lo lejos, pero un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadoras. Estaba rodeaba por completo por una especie de valla pequeña de madera lustrada, y una portezuela de bronce lo invitaba a entrar.
De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar.

El Buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como por azar entre los árboles. Dejó que sus ojos, que eran los de un buscador, pasearan por el lugar… y quizá por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción. “Abedul Tare, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días”. Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra. Era una lápida, y sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar…

Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Al acercarse a leerla, descifró: “Lamar Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas”. El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra una lápida. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto, pero lo que lo contactó con el espanto, fue comprobar que, el que más tiempo había vivido, apenas sobrepasaba 11 años. Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio pasaba por ahí y se acercó, lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
- No, ningún familiar – dijo el buscador – Pero… ¿qué pasa con este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo ha obligado a construir un cementerio de niños?
El anciano cuidador sonrió y dijo:
“Puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré… Cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgando del cuello, y es tradición entre nosotros que, a partir de entonces, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abra la libreta y anote en ella: a la izquierda, qué fue lo disfrutado…, a la derecha, cuánto tiempo duró ese gozo. ¿Conoció a su novia y se enamoró de ella? ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana, dos? ¿Tres semanas y media? Y después… la emoción del primer beso, ¿cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana?
¿Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo? ¿y el casamiento de los amigos? ¿y el viaje más deseado? ¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano? ¿Cuánto duró el disfrutar de estas situaciones? ¿horas? ¿días?…

Así vamos anotando en la libreta cada momento, cada gozo, cada sentimiento pleno e intenso… y cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba. Porque ése es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.”